jueves, 17 de abril de 2008

"Nuestras Máscaras Mexicanas"


Bien, ayer abarcamos este capítulo del maestro Octavio Paz y hoy recordé que el prof. Pablo nos impuso una tarea: hablar de nuestras propias máscaras (y de las de algunos compañeros jeje).

Primero, me parece increíble el grado de desconfianza por el que puede pasar el hombre... A veces nos cuesta trabajo mostrar nuestra verdadera personalidad cuando conocemos alguien por primera vez o cuando estamos en situaciones que son distintas a lo que estamos acostumbrados. ¿Es por desconfianza? ¿pena? ¿miedo? No lo sé, tal vez es una mezcla de las tres, las cuales nos pueden llegar a manejar olvidando que no hay nada como la honestidad y ser siempre tú mismo.

Yo, Denisse Aguilar, me confieso víctima de esa inseguridad. Entre que hago honor a mi signo zodiacal “géminis” (el de la doble cara) y que a veces soy algo desconfiada, termino cayendo en esta extraña situación. Y digo extraña, porque la verdad no logro entenderme muy bien. Normalmente, al conocer a alguien me muestro abierta y de lo más confiada; sin embargo, al pasar el tiempo, según como voy observando a los demás, es cuando acudo a estas “máscaras”. Si no me siento a gusto, no lo muestro, simplemente utilizo la máscara de “callada autista” y hago como si no pasara nada, cuando por dentro estoy pegando un grito desesperado. Si estoy con alguien que siento que puede imponerme de alguna forma, utilizo la máscara de la niña “tranquila” “ buena” como defensa, tal vez. Y es que no es que quiera ser hipócrita, como se le podría llamar; es sólo que quizá es necesario, natural o parte de nosotros.

Es como mi compañero Otón. Cuando lo conocí, inmediatamente lo apodé “smiley” (sonriente) por la sonrisota que llevaba en la cara y que mantenía toda la clase; aseguraba que era un chavo de lo más tranquilo, y de cierta forma, débil de carácter. Por ello fue grande la sorpresa que me llevé al saber que es teniente del Colegio Militar, y tratándolo más, me di cuenta es una persona tan segura, tan arraigada a sus ideas y tan fuerte de carácter, que el apodo de “smiley” se fue al olvido.

O que tal mi compañero Víctor. He tenido la oportunidad de tratarlo un poco y aún no logro descubrir del todo bien cómo es. Para empezar, es actor. Tiene 41 años y se animó a cursar una carrera a esta altura, lo cual me parece admirable. De primera vista, es un señor duro, que parece conocer mucho y al cual no podría interesarle tratar con chavos de nuestra edad; pero, después de algunos trabajos juntos, he descubierto en él a una persona divertida, con ganas de seguir conociendo y abierto a tratarnos e integrarse a nuestro círculo.

Quien realmente me intriga es el profesor Pablo de Historia (oooh)… Lo conocemos como al maestro culto, con mucha experiencia en el área, de carácter tranquilo y serio; no suele involucrarse mucho con nosotros, por eso me pregunto ¿cómo será su personalidad fuera de las aulas?

Como ya lo dije, tal vez sí es de lo más natural guardar ciertas máscaras; es parte del ser humano tener una personalidad para nosotros, para nuestro interior, y mostrar otra diferente al mundo. Y eso no quiere decir que no seamos nosotros mismos, sino que simplemente somos multifacéticos y este mecanismo de defensa nos sirve para intentar adaptarnos a grupos distintos.

¿O no?


1 comentario:

Anónimo dijo...

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