miércoles, 16 de abril de 2008

Los Nazis en México

Adolf Hitler empleó petróleo mexicano para su «guerra relámpago» (blitzkrieg) contra Europa, apoyado en una red clandestina formada por funcionarios del gobierno de México, según este libro del periodista Juan Alberto Cedillo.
Durante el mandato de Ávila Camacho y con EEUU ya involucrado en la guerra, el comercio de crudo entre México y Alemania pasó a ser clandestino y dirigido por una red de agentes nazis y funcionarios mexicanos.
El hidrocarburo mexicano resultó determinante para la estrategia de «blitzkrieg» (guerra relámpago) del líder nazi, caracterizada por los bombardeos.
Antes de la salida de Cárdenas, Hitler había envidado a México a agentes de muy alto nivel, para asegurarse el suministro. Dos de ellos fueron Hans Werner, multimillonario suizo que era en aquel entonces el hombre más rico del mundo, e Hilda Kruger, una espía alemana que había sido amante del ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels y que atrapó en su red a funcionarios muy próximos a Manuel Ávila Camacho.
De acuerdo a la investigación, Kruger estableció una relación sentimental con el entonces secretario de Gobernación, Miguel Alemán, quien más tarde sería presidente de México (1946-1952).El hermano del mandatario Manuel Ávila Camacho, Maximino, integró la red de suministro a Alemania, junto con varios gobernadores del país.
En México, los nazis tuvieron el apoyo abierto de varios empresarios de los medios de comunicación, como Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien prestó sus servicios a Hitler a través de la radiodifusora W, cuyo lema era "La voz de América Latina desde México".
Además, simpatizaban con la causa Novedades y El Universal, pero el más rabioso era Excélsior, en su periódico vespertino Últimas Noticias, donde se publicaba todo a favor de Alemania. Este país era bien visto en México. Las atrocidades de los nazis nunca se conocieron por acá, sino hasta que finalizó la Segunda Guerra Mundial".
Sin embargo, la principal fuente de información directa, entonces, era la radio. La W tenía agentes nazis infiltrados. El gerente de programación, que se apellida Vélez, utiliza la antena de la W para mandar secretos a Alemania, que le pasaba la embajada alemana. Los mensajes cifrados eran enviados entre comerciales.

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