martes, 29 de enero de 2008

"Los Obreros de San Angel, 1920-1930"

Camarena, Mario y Susana Fernández. “Los obreros-artesanos en las fábricas textiles de San Ángel, 1920-1930”, en Camarena, M., et al. Comunidad, cultura y vida social: ensayos sobre la formación de la clase obrera. México, INAH, 1991, pp. 173-199.

En este trabajo se analizarán las características culturales de los trabajadores calificados -y que denomino obreros-artesanos- dentro de los establecimientos fabriles textiles de San Angel, en los años posrevolucionarios
Para muchos estudiosos del movimiento obrero, la clase obrera no es otra cosa que la suma de máquinas energía eléctrica y fábricas. De esta forma, los instrumentos físicos se consideran como el elemento que hacen surgir directa, y hasta cierto punto compulsivamente, nuevas relaciones sociales de tipo capitalista, pero no se sigue que haya una correspondencia automática e inmediata entre la dinámica de producción y los hábitos y formas de trabajo en las empresas. Medio siglo después de la irrupción de la fábrica, los trabajadores ocupados dentro de ese incipiente sector obrero eran aún una minoría dentro del grueso de la fuerza de trabajo de la época y estaban lejos de constituir un grupo lo suficientemente homogéneo, donde la lógica y el trabajo artesanal hubiesen desaparecido
En el régimen de Porfirio Díaz encontramos las raíces del proceso de industrialización. Durante estos años se comienzan a introducir en las empresas grandes transformaciones técnicas dentro del proceso productivo, lo cual condujo a una mayor división del trabajo; así, se pasó de 22 a 49 categorías profesionales en los años veintes
Si bien se observa que el proceso de trabajo en la industria textil fue gradualmente tecnificado, la producción seguía basada en la habilidad, conocimiento y pericia de los trabajadores, heredada de la lógica de trabajo artesanal.
Los salarios, despidos y la represión física tenían como único objetivo hacer de estos operarios un ente productivo, metódico, sumiso y disciplinado a los mandatos de los empresarios. Las normas eran muy rígidas y el salario se utilizaba también como una forma de control. El pago a destajo tendía a obligarlos a producir más y a un ritmo más acelerado, ya que a una cierta cantidad de trabajo terminado le correspondía un cierto salario. Ello motivaba que los trabajadores aumentaran su velocidad en la tarea a la que estaban adscritos, así como también su pericia en la realización de la misma, o, en otros casos, que alargaran voluntariamente su jornada de trabajo. De tal forma, los salarios iban vinculados a la intensidad de la explotación.
Sin embargo, a pesar de las múltiples tácticas disciplinarias, los operarios se resistieron a la dominación empresarial. En su lucha por conservar los tradicionales modos de trabajo artesanal, se rebelaron contra un sistema capitalista que tendría a estandarizarlos y a hacerlos todos iguales.
Las huelgas de los trabajadores del Valle de México demandaron respeto a sus formas tradicionales de trabajo y se pronunciaron contra la reducción de sus salarios, contra el despido de compañeros y por el control de los abusos de los administradores y el reconocimiento de sus formas organizativas. Fueron estos años que transcurrieron de 1920 a 1930 una época en que los trabajadores del ramo textil intentaron proteger su status económico y social a través de las huelgas.

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