Ensayo de Ezequiel Chávez en Bartra, Roger "Anatomía del Mexicano" México, 2002, pp. 25.45
Chávez se concreta a señalar los rasgos típicos de la sensibilidad del mexicano. Sin embargo, desde un principio advierte que ésta varía por la heterogeneidad al interior de la población mexicana: el indígena, el criollo y el mestizo; en este último distingue “el mestizo de buena cuna” y “el mestizo vulgar”. En cada uno de ellos el fenómeno de la sensibilidad presenta distintas formas. A este problema dedica principalmente su reflexión. El método empleado en su estudio consta de los siguientes momentos: observación del nacimiento del fenómeno, caracterización, permanencia, efectos y término.
Chávez se dedica al estudio de la sensibilidad en cada uno de estos grupos y concluye que en el indígena la sensibilidad se despierta con trabajo, es proverbial la flema imperturbable del indio, su estoica taciturnidad, su impasible inercia; los descendientes puros de los europeos que han venido al país como los individuos de razas mezcladas tienen facilidad mayor para experimentar emociones, pueden advertirse en los hijos de familias mezcladas y regularmente establecidas. En cambio, la clase sin raíces, la de los mezclados sin árbol genealógico fijo, tiene una sensibilidad variable: fácil en sumo grado para lo que estimula sus apetitos; inerte para las comodidades de la vida: así se explica la prodigiosa facilidad con que el mestizo del que hablo se enreda en relaciones amorosas y funda hogares que nunca duran más que efímeros tiempos; así se explica además que no le importe vivir desgarrado. Queda de ese modo señalado el primer rasgo distintivo de la sensibilidad mexicana por lo que se refiere a su modo de producción: superabundantemente fácil en el europeo y en el criollo, relativamente moderada en el mestizo de buena cuna, casi imposible en el indio; variable pero a menudo rápida en el mestizo vulgar.
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